jueves, 24 de julio de 2014
ANIVERSARIO DEL DESEMBARCO DE NORMANDÍA. DIARIO DE VIAJE. DÍA 1.
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Tras una noche de merecido descanso tras el largo viaje a Normandía, llegó el primer día de contacto con el terreno de Screaming Easy Eagles. Que mejor manera de empezar que recorriendo de este a oeste las playas en las que tantos hombres dejaron su sangre, sus sueños y sus vidas por sus ideales de libertad.
Tras los pasos de la 101, 70 años después.
Empezando el recorrido por la zona de desembarco británica nos encontramos con una de las baterías de defensa más importantes con las que contaban los alemanes. La batería de Azeville.
Un impresionante bunker de hormigón que penetra 350 metros bajo el subsuelo y que se ha convertid en un museo en que los visitantes pueden hacerse una idea clara de lo que podía ser la vida cotidiana de los 170 hombres de los que constaba su guarnición. Esta posición se rindió a los ingleses el 9 de junio, con solo una baja de los defensores tras 3 días de combates en los que su comandante comprendió que no merecía la pena la vida de sus hombres para mantener una posición que en ese momento se había convertido en tácticamente inútil. Los visitantes de este museo podrán vivir una experiencia muy similar a lo que debieron ser los continuos bombardeos mediante proyecciones de imágenes, efectos de humo y sonido. Algo que desde luego impresiona al visitante.
De allí, Screaming, junto a los camaradas del grupo A.C.U.H y Army Girona, nos dirigimos a la Batería de Merville, donde pudimos admirar un avión Dakota de los que participaron en las operaciones del Desembarco.
Vista aerea de la batería y el Dakota.
Camaradas de la 101 disfrutando de su momento con la historia.
Y muy cerca de allí, el Puente Pegasus, en Bénouville.
Cartel conmemorativo y estructura del Puente Pegasus.
Un puente balanceador situado sobre el Canal de Caen, en el estuario del río Orné. Esta fue una de las primeras posiciones en ser capturadas por las fuerzas británicas de la 6ª División Aerotransportada. Allí pudimos sentir la emoción de conocer a varios veteranos. Hombres que están encantados de estrecharte la mano y de narrarte sus vivencias. Auténticos héroes que llevan grabados en su mirada, en cada arruga y marca, lo que supusieron aquellos días. La lucha, las heridas recibidas, el dolor por los camaradas caídos, ese momento en que los ideales se olvidan y todo se reduce a la lucha por la supervivencia. El matar o morir. Esa humanidad que hace de ellos los héroes que son y a los que se rendía el mayor homenaje con este viaje.
Uno de los recreadores británicos con su bicicleta.
Compartiendo un momento con uno de los héroes de la 6ª Aerotransportada.
Seguimos nuestro recorrido para llegar al Gran Bunker del Muro del Atlántico en Ouistreham.
Una impresionante torre de 5.000 toneladas de cemento desde cuyo observatorio los alemanes tenían una visión de 360º de la conocida como “Sword Beach” y que permitía mandar las posiciones de los blancos a sus baterías para que estas fueran lo más efectivas posibles. Dentro de esta hay un museo dividido en seis pisos y en el que se puede visitar la sala de generadores, la de radio transmisiones, la sanitaria, almacén de municiones y muchas más, conservadas tal y como las encontraron las tropas británicas, así como fotos y documentos sobre la construcción y funcionamiento de “Muro del Atlántico”, las defensas costeras, las baterías y puntos de observación. Llama sobre todo la atención lo hermético del observatorio, algo poco recomendable para aquel que padezca de claustrofobia.
Cerca del “Gran Bunker” encontramos una exposición de tanques y blindados y la lancha de desembarco que fue utilizada en la película “Salvar al Soldado Ryan”
También tuvimos la suerte de ver varias torpederas americanas de la época navegando a lo largo del estuario de Orne. Algo digno de ver.
Siguiendo al sol en su recorrido hacia el oeste llegamos a la playa conocida como “Gold Beach” en Arromanches-Les-Bains. Esta fue la que delimita la zona inglesa del desembarco, y uno de los puntos seleccionados para la construcción de los Puertos Mulberry: enormes bloques de hormigón transportados desde Inglaterra y que anclados unos a otros sobre la arena, se adentraban en el mar para servir de puerto artificial y lugar de desembarco de toda la logística y avituallamiento necesario para apoyar la invasión. Son pocos los que se pueden contemplar hoy en día, varados sobre la arena, como un monumento al ingenio frente a la adversidad, ya que la violencia de las tormentas y el mal tiempo habitual en la zona terminaron por arrancarlos y hundirlos en alta mar.
Ya al fin en terreno de operaciones norte americano. Cerca de “Omaha Beach” nos encontramos con otra de las escalas más emotivas. El Cementerio Americano de Coleville. Un lugar para el silencio y el recogimiento. Millares y millares de cruces blancas, alineadas en interminables hileras sobre fondo verde. Y bajo estas los restos de esos hombres henchidos de ideales, sus historias, sus sueños, sus anhelos convertidos en cenizas por la sinrazón humana. Simples peones sacrificados por la ambición y la locura de unos pocos.
Y de allí a los acantilados de Pointe du Hoc, a 30 metros sobre el mar.
Según las informaciones, en este punto había enclavada una batería de 155 mm, por lo que los Rangers lanzaron un ataque escalando con cuerdas bajo el fuego enemigo para conquistarlas. Un sacrifico prácticamente inútil, ya que al llegar a la cima descubrieron que los cañones no se encontraban allí, los alemanes los habían ocultado tierra adentro. Pese a todo, el puñado de Rangers supervivientes localizaron e inutilizaron los cañones, y mantuvieron la posición dos días frente a repetidos ataques alemanes hasta que fueron relevados. Como resultado, la fuerza de asalto estadounidense inicialmente constituida por 225 hombres, se vio reducida a tan sólo unos 90 en condiciones de combatir. Unos hombres que marcaron la diferencia y supieron hacer honor a la fama de la unidad a la que pertenecían.
Screaming en Omaha Beach
Aquí un tío feo estropeando un bonito paisaje.
En resumen, un día lleno de emociones y de experiencias para atesorar, y que terminó con una cena de confraternización con los camaradas en el campamento a la espera de o que nos pudiera traer el siguiente día.
Otras dos imágenes del Dakota de Merville. IMPRESIONANTE.
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